jueves, 25 de diciembre de 2008

EL DIAMANTE AZUL

Aqui teneis las primeras letras de un relato que estoy creando Su nombre es EL DIAMANTE AZUL y trata sobre una tierra anterior a la hegemonia del hombre donde la magia reinaba y conviviamos con muchas mas razas inteligentes, desde elfos hasta gnomos pasando por gigantes de piedra... Espero que os guste este aperitivo.


Todos aquellos que han codiciado el diamante han muerto en el intento de poseerlo. Y si lo han conseguido su poder les ha corrumpido hasta su extincion.

Hace mucho tiempo en una galaxia lejana, muy, muy lejana… digo… Érase una vez… digo…
Hace eones La Tierra era convulsionada por volcanes, terremotos, y un sinfín de catástrofes, antes que existieran incluso los antiguos dinosaurios. Pero no muy lejos de allí, en un planeta joven, lleno de esplendor… Los hombres gobernaban en su hegemonía conviviendo con innumerables razas: los elfos, magos, gnomos, y toda una clase de linajes con el punto en común de la coexistencia pacifica. En una época donde los hombres se maravillaban de su poder y esplendor e interpretaban el papel de cabeza de familia en una sociedad tan dispar como la que acontecía las nubes de tormenta pronto harían acto de presencia.

La coexistencia pacifica fue rota por la raza más terrible que podía haber existido: la raza de los Sporadicus, terribles guerreros sin piedad que infectaban todo a su paso, ni siquiera los ya desaparecidos Trolls infundaban tanto miedo. La raza de los Sporadicus tuvo su apogeo, la edad oscura, y ahora aunque su linaje está casi extinto todavía hay gente que augura su regreso. Todo ello desgraciadamente gracias al emperador Maraudiensis un despiadado, cruel y terrible tirano.



El resquebrajado sonido de la puerta alertó a los pequeños niños, estos respondieron abalanzándose sobre la figura que cruzaba cansado el umbral de la puerta.
-¡Eh, bichejos! ¿Qué haceis aquí?-dijo el adulto dejando el escudo y la espada de madera sobre la pared cerca del fuego mientras intentaba zafarse de los chavales.
-Mamá ha venido a ver a la tía-respondieron al unísono los dos jóvenes.
-¡Ah, sí! ¡Conque la tía esta en la casa! ¿Y qué es lo que hace aquí pequeños Daks?-decía al intentar hacer cosquillas a sus sobrinos.
-Nosotros no somos unos Daks SOMOS terribles Lups-gritaban los niños intentando hacer un sonido parecido al aullido del lobo.
Al otro lado de la estancia, apoyada en el quicio de la puerta, secándose las lagrimas antes que los niños le vieran y sonriendo forzosamente estaba la hermana del joven.
-¿Gael?
-¿Qué?-preguntó este al ver el dolor en la cara de su hermana.
-Dozta ha muerto.
-¿¡Qué!?-la cara de incredulidad de Gael fue la única respuesta que esperaba su hermana-¡Reiela! ¿Qué es lo que ha pasado?
-Nadie lo sabe hay rumores en la zona norte que buscaba EL DIAMANTE AZUL-dijo Leelandra, dhalia de Gael.
-¿El diamante azul?
-Sí ese asqueroso y codicioso diamante azul-gritó Reiela y se volvió a echar a llorar.
-¡Pero! ¿Cómo?
-Era un maldito mercenario, UN MALDITO MERCENARIO-aulló la hermana y se echó a los brazos de su incrédulo hermano.
-Venga niños vamos a jugar a fuera-dijo Leelandra a los pequeños, que miraron a su madre preocupados pero sin saber que es lo que pasaba.-Haber como hacen los terribles Lups...-animó a los niños mientras abría la puerta y los tres salían a la calle. La mirada de Leelandra se perdió entre los ojos de su amado, sin una palabra le decía muchas cosas.
-No te preocupes, arreglaré esto-dijo Gael a su dhalia sin emitir sonido alguno únicamente moviendo la boca para que no se enterara su hermana.
Habían pasado muchos ciclos desde las guerras del norte. Todo estaba en calma y la relación entre las razas era muy productiva. Para Gael

El suelo era barro, las casas simples chamizos que un mero soplo de viento las derruiría. Gael anduvo despacio, intentando reconocer lo que un día fue su hogar. Era un pueblo fantasma ahora habitado por el olvido, donde los únicos vecinos eran el miedo y el horror. Las guerras por las minas dejaron aquella región despoblada, sin vida e infestada de una podredumbre infinita. Los únicos que la visitaban eran los locos y los mercenarios de todas las razas. Sabía que la información era una moneda de cambio muy valiosa y él sabía mucho sobre la raza de los Maraudiensis. Había luchado contra ellos en el frente norte, había visto producirse las historias que decían muchas de las leyendas: la espuma les salían por la boca como un perro rabioso, se comían a sus enemigos delante de las familias ¡vivos! e incluso decían que eran lacayos del terrible dios de los infiernos Caal. Fuera del poblado el paisaje era aterrador, lo que una vez eran campos de maíz hasta donde se perdía la vista, ahora sólo tierra estéril, sin vida. Pero una cosa le sorprendió, fuera del camino lleno de barro crecía fuerte y sana un poco de Áine la flor de las montañas heladas. Había oído hablar de ella pero creía que únicamente crecía en los inhóspitos parajes de las montañas. Se agachó y olió su aroma tenue y grácil.
Caía la noche, sus garras inundaban el cielo y la única pregunta que rondaba por la cabeza de Gael era la muerte de Dozta. Estaba cerca de las minas y todavía no había rastro de nadie, ni mercenarios ni ladrones e incluso animales. Todo estaba desértico. La oscuridad le envolvía y el terror le embriagaba. La mente es el peor enemigo-se decía. El miedo te paraliza, la Ira te corrompe. Era la letanía principal del código del guerrero, el Budokai. De repente sus sentidos se afinaron, sacó veloz la espada, su luz era cegadora.
-¿Sporadicus?-se preguntó confuso.
Una sombra se abalanzó sobre él, usó la espada pero únicamente cortó el aire. Le sintió a su espalda, se dio la vuelta y volvió a cortar el aire.
-De acuerdo-dijo al viento.
Sus movimientos fueron veloces, tan rápidos que se confundían con las sombras. La espada dejó de brillar. Dos cuerpos cayeron al suelo ensangrentados. Gael guardó la espada y sin prestar atención a los cadáveres siguió su marcha. Los cadáveres inertes en el suelo parecían bestias, aunque su tamaño era descomunal, Gael sabía que eran tremendamente ágiles. Muchos guerreros Sporadicus no portaban armas, pues no las necesitaban, el elfo había visto a centenares de esas bestias arrancar la cabeza a jóvenes guerreros humanos con sus propias manos si esas “zarpas” podían llamarse manos. Incluso en la ya lejana guerra, un grupo de apenas cinco Sporadicus mató a un Golem con armadura de Durilio, pero eso sin pelear por parte del gigante, partiendo en dos mitades a muchos Sporadicus.
Durante varios minutos sus sentidos se agudizaron en previsión de más enemigos acechando en las sombras. No podían ser elementos aislados, los Sporadicus nunca van en tan poco número, se les conoce por sus ataques en miríadas una estrategia poco fiable aunque algo intimidatoria.
La tierra era baldía y estéril, ya nadie pasaba por allí y los comerciantes si podían rodearla lo hacían a pesar de ganar más camino que recorrer. El único interés de toda este desperdicio lo tenían todas aquellas personas que su camino estaba errado, el lugar donde bullía vida, si podía llamarse así, en todo el territorio era “la taberna del Ocaso” uno de las zonas donde tu vida era lo que menos valía. Pero Gael sabía que la información era una moneda de cambio muy común en esas cloacas. Allí únicamente se reunían para comerciar por “debajo de la mesa”, para quebrantar las pocas leyes que reinaban. Y como muchos sabían las armas habían dejado de tener valor desde la Gran Unificación, pocos podían llevar una. Pero empezó a tener valor la información, sobre todo aquella que concerniente al armamento. Una clara ironía pues todos sabían que volveríamos a destruir otros territorios por la simple codicia. De nuevo iba a ver otra cruel guerra. Por ahora todos estábamos viviendo en paz y armonía. Hace ya cuatro años (que lejos le parecía a Gael) un representante de cada raza se reunieron a entablar un conflicto dialéctico y por aquel entonces se tenía una tenue certeza de que la raza de los Sporadicus resurgirían de sus cenizas de la guerra con gran estruendo. Muchos lo dudaban pero cuando Maraudiensis se proclamó emperador aquellas dudas se confirmaron del todo.
Desde fuera se podía oír el murmullo de todos, entre las palabras encriptadas de muchos (un trabalenguas fonético de todos las lenguas de la tierra) Gael distinguía insultos, acuerdos y muchas lenguas sueltas.
Abrió la puerta despacio... Nunca había estado allí y no sabía lo que se iba a encontrar pero estaba seguro que si no tenía lago interesante tendría que usar su espada muy pronto. El lugar no era como se esperaba, una gran sala inundada
Todos se volvieron para ver quién era el que entraba por la puerta, muchos de ellos se sorprendieron del visitante otros volvieron a sus trapicheos habituales, la nube de murmullo apareció otra vez, pero ahora era menor. Algunos seguían mirando a Gael y éste pudo escuchar muchas voces que murmuraban a sus compañeros en diferentes dialectos.
-¡Un elfo! ¡Es un elfo!-se escuchaba en la sala.
Gael se acercó a la barra y antes de abrir la boca un hombre salió corriendo, el elfo sin inmutarse agarró una especie de tridente de uno de los mercenarios y lo lanzó hacia la sombra que se alejaba. El tridente se clavó en el quicio de la puerta junto con la oreja de la huidiza sombra. Todos los presentes se petrificaron, en la quietud del Ocaso los alaridos cual cerdo degollado del hombre era los únicos que daban señal de vida.
-Sólo quiero información-dijo Gael. Desde el fondo unos gigantes mercenarios se levantaron con cara de pocos amigos.
-Los elfos no son bienvenidos aquí-su voz era ronca.-Queremos que te marches o si ¿no?
-Únicamente deseo intercambiar información-decía Gael despacio.-Tengo información...-pegó un puñetazo a su espalda y un trancos cayó tapándose la nariz destrozada con grito lastimero-...sobre las minas del norte.
La cara de muchos presentes se volvió afectiva, deseosa de adquirir aquella información.
-Sólo uno de nosotros desea verdaderamente esa información-dijo el tabernero mientras intentaba limpiar una herrumbrosa jarra.
Todos se callaron excepto el “cerdo” crucificado en la puerta por donde quería huir. Unos ojos rojizos aparecieron por la puerta del fondo, la total concurrencia puso sus ojos sobre aquellos. Todavía ningún sonido incluso el pobre hombre sin oreja había parado de gruñir. Gael miró intrigado a la sombra sin embargo no podía reconocer ningún rasgo, la vista de todo elfo era más que excepcional pero parecía como si esos ojos no tuvieran dueño, levitaran en el quicio de la puerta. Por fin una enorme mano rocosa salió de entre las sombras y arrancó el tridente de la dolorida oreja de su portador, éste cayó como un saco de arena al suelo pero se levantó veloz y fue a esconderse.
-Me dijeron que preguntara por un tipo llamado “El Pasmao”-dijo Gael harto de la larga espera.
La gigantesca mano volvió a las sombras, los ojos parpadearon y todo volvió al principio.
-No queremos por aquí a ningún elfo.-dijo la voz rocosa de la sombra.
-No quiero meteros en problemas...
Todos rieron como hienas ante Gael, se oían comentarios entre las risas de estúpido, loco o demente.
-No eres más que un elfo, seguro que tienes más años que las minas-dijo un hombre que estaba cerca del elfo.
-Por eso sabe tanto de ellas-se escuchó por el final. Todos volvieron a reír con el comentario. Pero el silencio se apoderó de la sala cuando un gruñido salió de las sombras.
-¿Por qué deseas ver a “El Pasmao”?-preguntó la sombra.
-Necesito saber que es lo que le ha pasado a Dozta, era un mercenario.
-A ese estúpido se lo comió un Bantha-aulló una voz desde le fondo.
-Se rumoreaba por aquí que iba en busca del diamante azul-dijo esta vez un trancos de muy mal aliento.
-Se volvió estúpido por estar con un elfo-injurió una voz detrás de Gael.
El elfo se dio la vuelta, pero recibió un golpe que le hizo caer al suelo.
-Hemos dicho que no queremos a nadie de tu especie-dijo el hombre tirando los trozos de silla que le quedaban en las manos.-Y márchate ahora sino recibirás más y...-la figura se petrificó durante varios segundos, después de su garganta salieron unos gorgoritos, el cuerpo sin vida cayó al suelo...

miércoles, 24 de diciembre de 2008

LA MEMORIA COMO UN QUESO DE GRUYERE

Por fin, no sé si ha muchos le ha pasado pero a mi es una cosa constante. Recuerdos incrustados en la memoria de peliculas o hechos, sobre todo películas series que se vió de rfilón en la ñiñez. Estoy hablando más concretamente de la película de los Monthy Python "El Sentido de la Vida", para aquellos que la han visto recordarán una de las escenas finales cuando uno de los geniales cómicos va caracterizado de obeso extremo y llega al restaurante después de comer un montón acaba explotando, pues bien, esa imagen de explosión se me quedó grabada en la retina, y hasta que en el programa de La Sexta Sé Lo Que Hicisteis no apareció esa imagen, la vendita web con su foro del programa me dijeron que correspondía a la susodicha película y al fin lo conseguí pude ver la película entera y quitarme un peso de la memoria.
Estos casos son innumerables y seguro que muchos de vosotros les ocurrirá lo mismo que a mi. Yo doy las gracias al foro de SLQH y a muchos de mis amigos en la basta red que por medio de MSM hemos podido recordar y compartir aquellas escenas incrustadas en lo mas profundo de nuestra mente y poder saber que es lo que se escondía debajo de ellas.
No dudo que conseguiré algún dia recuperar más información sobre esas imágenes y acabaran por salir de lo mas profundo del cerebro para que al final esa sensación de triunfo y desasosiego, por ver que terminó la inquisitiva pregunta, vuelva a ocupar mis pensamientos con otras imagenes actuales y despues de los años me pregunte lo mismo que ahora hago con aquellas imagenes de niño.

sábado, 20 de diciembre de 2008

¡¡YA UNA SEMANITA!!

Hoy mismo se cumple una semana del día que empecé, por fin, el curso de diseño web. Ya era hora que la burocracia tuviera un resultado óptimo y me concedieran el puesto. Eso sí, tuve que ir a otro sitio por que si todos aquellos que estan leyenda esto y han intentado acceder a los cursos para desempleados de FEDETO, saben lo que es esperar...
Por ahora el curso esta llevando buen ritmo. El profesor es muy bueno y se le nota que tiene tablas, que no es uno de esos que entra suelta todo el rollo y se va... Desde aquí le doy mi felicitación.
Sólo llevamos una semana pero ya hemos empezado a programar, eso sí aunque es con el bloc de notas, (una parrafada de código que la tengo muy visto de los días allende del instituto). Ya se desea empezar a utilizar Dreamweaver y no tener que escribir todo ese código.
Pues con esta entrada quiero volver a retomar este blog que deje por ahí desperdigado en las sombras de los datos del mundo virtual.